
En el cabello se depositan muchas esperanzas. Parece que un aspecto lozano y un color hermoso puede hacer que la vida sea más feliz. Y seguramente es así dado el porcentaje de usuarias y usuarios. Otras personas sólo quieren evitar el encanecimiento asociado a la edad. El problema es que utilizar los tintes convencionales supone un riesgo demasiado grande para la salud.
El color del cabello es debido al pigmento melanina, sintetizado por unas células denominadas melanocitos. Con la edad, el funcionamiento de los melanocitos se ralentiza y el pelo se vuelve blanco. Mucha gente aún cree que los tintes no son más que pinturas que cubren los cabellos, pero en realidad son agentes químicos que provocan una serie de reacciones en el pelo.
Como los usuarios saben, los envases contienen dos líquidos. Uno de ellos, la “crema”, aporta “preestadios de color”. El otro componente es una emulsión reveladora, una sustancia oxidativa que normalmente es agua oxigenada.Antes de la aplicación se mezclan los dos componentes, que penetran en el pelo, donde se producen una gran cantidad de reacciones químicas que darán como resultado el color final.
El riesgo para la salud se encuentra en las aminas presentes en la “crema”. La mayoría de productos comerciales contienen 2,5 toluilendiamina. Esta sustancia es una variación de otra prohibida desde los años 80, la 2,4 toluilendiamina, que se consideró cancerígena.
Actualmente no se puede afirmar que el 2,5 toluilendiamina también sea cancerígeno, pero tampoco se puede descartar. Las otras aminas utilizadas por los fabricantes son sustancias muy similares y son igualmente sospechosas de producir daños a la salud.

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